Adios iPhone!

Esta tarde hemos ido al medio día a hacer unos trámites para un seguro médico para Pepi, para el viaje del mes que viene. Al salir era la hora de comer y nos hemos parado en un Kebab, por hacer una comida rápida y no llegar tarde a la oficina. Mientras esperábamos la comida he llamado a Mari y Cesar, por que se han ido de «excursión» a Murcia, han enviado allí a Cesar y Mari se ha ido con él. Cuando he terminado de hablar con ellos he dejado el teléfono con los papeles del seguro sobre la mesa para comer.

Una familia se ha sentado a nuestro lado, era una mujer con sus dos hijos y la abuela. No he podido evitar escuchar la conversación, estaban diciéndole el chico a su madre que deberían mirar los precios antes de sentarse a comer, por si no tenían dinero. Me ha dado un vuelco el corazón, se veía que era una familia humilde. Me han dado ganas de pagarles la comida, pero primero, no sabía como se pódían tomar que de repente un desconocido les pagase la comida, se lo podían tomar como una ofensa. Por otro lado si lo hago Javi, que no se había dado cuenta se iba a extrañar del movimiento y no me podía parar a explicárselo delante de ellos. Me he pasado toda la comida dándole vueltas sobre qué debía hacer, al final he decidido no hacer nada, podría sentarles mal, sonarles a limosna y ofenderles; no hay nada peor que te sientas mal para que un gesto así te hunda del todo y si al final se sentaron, así que si tenían dinero. A veces uno intenta ayudar y termina empeorando las cosas, por eso he preferido no hacer nada. Pero con esto en la cabeza hemos terminado de comer y nos hemos levantado.
Cuando he llegado a la oficina ¡Me he dado cuenta que no llevaba el iPhone! Ni los papeles del seguro de Pepi. Mi esperanza, que al levantarnos Javi los hubiese guardado junto con mi teléfono, pero Javi se había ido a casa a dejar las bolsas de la compra y a por Thor, que al irnos lo dejamos en casa. Pero no podía esperar, me estaba empezando a poner muy nervioso. Al final le he llamado a casa de los nervios y me ha dicho que él no lo tenía, que ni lo había visto, que posiblemnte se hubiese quedado en la agencia, pero le he dicho que no, que había llamado a Mari desde el Kebab. Así que hemos salido corriendo Javi a la calle y yo al coche, he llamado a mi número y alguien me ha rechazado la llamada ¿Buena señal? Alguien lo tiene, pero claro, si lo ha visto alguien y se lo ha llevado, lo de rechazar la llamada es lógico… pero a mi me ha servido de esperanza.
Las mesas del restaurante están en medio de la zona de entrada del Centro Comercial La Gran Manzana, todo el que entra tiene que pasar forzosamente por ese pasillo de las mesas, así que cabe la posibilidad de que alguien lo vea y… A favor de la esperanza, que no habían pasado ni 10 minutos, lo que tardamos desde el Centro Comercial a casa, que es muy poco, y posiblemente no hubiese dado tiempo a eso. Otra posibilidad, que la camarera, una señora sudamericana muy maja, al limpiar la mesa hubiese visto el teléfono y lo guardase por si aparecíamos… o que mal pensando haya dicho «Yujuuuuu un iPhone para mi«. En esos momentos estás tan nervioso que te agarras a un clavo ardiendo de esperanza de que no hayas perdido el teléfono. Por otro lado eres pesimista y todos los argumentos en contra de recuperarlo te parecen los más acertados.
Hemos llegado más rápido que si condujera Fernando Alonso, he dejado a Javi en puerta de atrás para que se llegase corriendo, mientras yo daba la vuelta y dejaba el coche en la entrada principal, en estos momento un minuto puede marcar la diferencia entre encontrarlo o no. Yo pensaba todo el rato: «Adios iPhone!«. Adios iPhone! Adios iPhone!…. Elena me mata, Javi me mata, mi madre me mata y yo después de todos ellos me corto las venas. Anita, Antonio, Chris y no sé cuantos más apalearían mi cadaver después, por si acaso.
Yo me he quedado en el coche, no quería entrar. Cuando he visto a Javi que venía corriendo con el iPhone y los papeles del seguro en la mano. Ha sido un momento uuuuuuuuuuuuffffffffsssssssss total. Me he quedado planchado, no sabes ni como reaccionar, no he perdido el iPhone. Cuando Javi se ha acercado al restaurante al camarera desde lejos se ha echado a reir y Javi ya se ha tranquilizado, lo ha sacado, le ha dicho que precisamente esa familia que estaba a nuestro lado, que estaban sentados y no tenáin dinero, ellos avisaron a la camarera de que nos habíamos dejado el iPhone. La camarera lo llevó a la barra, donde un camarero empezó a jugar con él, la camarera se lo quitó y lo apagó hasta que volviésemos. Javi le ha dado un millón de gracias.
Ahora es cuando en frio, tras lo que ha pasado, analizas las cosas. Lo primero es que soy un pedazo de merluzo, claro. Pero lo importante es ver como hay personas tan honradas, que viendo un despiste de un desconocido (y me merecería haberlo perdido, por melón), sabiendo que el aparato cuesta bastante dinero, han sido honrados y han avisado para que lo guardasen. Creo que mucha gente, incluso en una situación económica mucho mejor que ellos, se habría echado el movil al bolsillo. Ahora me encantaría poder agradecérselo, me ha parecido un gesto de nobleza muy grande, de humanidad y valores. Lo mismo tengo que decir de la camarera, que lo ha guardado. Da gusto encontrarte gente honrada por el mundo.
Ahora me encantaría poder ver a es familia para darles las gracias y ver si puedo devolverles el favor, ojalá me los vuelva a encontrar y pueda hacerlo, se lo merecen… buena gente. Y yo me voy a atar el móvil al cuello como si fuera un cencerro…

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