El castaño de mi abuelita

Llevo unos días sin actualizar, por que el Blog, como mi vida, se ha parado por un tiempo. El árbol de mi genealogía ha perdido una de sus ramas, sin duda la más bonita y la que más flores tenía, la de mi abuelita. El martes se puso muy malita y el jueves nos dejó. Pierdo una de las personas más importantes de mi vida y estoy triste, pero también estoy agradecido por todo lo que hizo la persona más generosa del mundo

Mi abuela llegó a Madrid desde su Jaen natal porque no quería que ninguno de sus hijos pasase hambre durante la posguerra y no sólo cuidó de sus hijos y los sacó adelante, sino que era la agencia de colocación de su pueblo, ya que ayudó a decenas de personas a salir del hambre, los metía en su propia casa y les ayudaba a tener un futuro en Madrid ¡Cuantas personas tienen que dar las gracias a ella! Por que era pura generosidad, demasiada, si es que se puede ser demasiado generoso, porque cuando le hacías un regalo, no se lo estabas haciendo a ella, porque automáticamente ella pensaba a quien le podría hacer falta y se lo daba a la persona, nadie salía de su casa con las manos vacías, siempre tenía una toalla, un tapete, colonia, caramelos (gracias a ella descubrí los Sugus) y todo lo que te puedas imaginar. Su corazón, además de muy fuerte, era muy grande, los médicos hace mucho tiempo que la desahuciaron, pero su corazón ha seguido latiendo muy fuerte hasta el final.

Una única palabra describe muy bien a mi abuela: INCANSABLE. El otro gran valor de mi abuela era el trabajo, es lo que más me ha enseñado, trabajaba todo el día, a todas horas, de casa en casa, de oficina en oficina, sin cansarse, sin quejarse, con una ética del trabajo que ha sido todo un ejemplo para una legión de primos que somos todos empresarios y trabajadores incansables y estoy seguro que es gracias a ella, a su modelo y a su ejemplo. Mi abuela sólo tenía un solo hobbie: trabajar y cuando estaba en casa, cosía, tejía, bordaba, etc para tener cosas para regalarnos a todos. 
Una persona que era todo energía y resolución, que no dudo en dejar a su marido en Jaen, algo inimaginable para su época, para venir a Madrid (¡La capital!) para sacar a su familia adelante, que cuidó de mi abuelo, enfermo, durante toda su vida y fue mejorando en la vida a base de invertir e inculcar a sus hijos y nietos que trabajemos, trabajemos, trabajemos…. Si mi abuela hubiese sido presidenta del gobierno, hoy seríamos Japón, porque para ella eso era lo más importante del mundo y puede estar muy orgullosa de ver como todos hemos seguido perfectamente esa senda. 
No era una mujer cariñosa y sobre todo no tenía ni pizca de diplomacia ¡Cuantas veces nos ha sacado los colores! Por decir directamente lo que pensaba y a voz en grito. Como buena abuela le encantaba vernos comer, cuanto más mejor, pero si el que comía era alguien de fuera no le hacia tanta gracia ¡La comida para los suyos!
Cuando era pequeño estuve viviendo con ella, porque mi hermano tuvo el sarampión y mis padres para que no me contagiase y poder cuidar mejor de él me mandaron a Madrid con ella, estuve sólo unos días antes de venirme a Alcobendas con mi tía. Y no sé si fue por esto que me mandaron aquí (siempre he creído que fue por esto que te cuento), pero mi abuela tenía un canario y no sé que me pasó por la cabeza, creí que sería una buena idea darle un baño… así que llené un barreño de agua y le eché lejía, en cantidad… metí el pajaro agarrado y empece a hacer como una lavadora, dando vueltas al pájaro a toda velocidad…. ¡Que disgusto se llevó mi abuela al encontrarse al pájado muerto y medio despeluchado!
No quiero recuerdos tristes, porque ella no lo querría. Ella tenía a su familia como su mejor bien y le encantaba tenernos a todos juntos y alrededor, así que pudo tener la mejor despedida que habría querido. El martes por la tarde se puso muy malita y todos nos reunimos en el hospital, cuando los médicos ya sólo le daban minutos de vida (se le infartó el corazón, se le pararon los riñones y se le encharcaron los pulmones) ella salió de todo y muy fortalecida. El cuerpo es sabio y gastó todas sus últimas energías en tener un último día fantástico, en el que nos tuvo a todos con ella. En los últimos meses ya no nos reconocía bien, nos confundía y mezclaba. Sin embargo en su último día nos reconoció a todos, a mi nada más verme me gritó ¡Daviiiidddd! al entrar a la habitación que casi me pongo a llorar allí en medio y a Javi le decía («tú de David» y «Me gusta que estéis juntos, que las parejas tienen que estar juntas«), a Javi le adoraba, de hecho era el único miembro político de la familia que tenía entre su altar de fotos de la familia. Ese día hasta me preguntó por Thor. No puedo tener mejor recuerdo de ella, no pudo tener mejor salida del mundo que con un día divertido, con todos a su alrededor. 
Mi abuela deja un legado que ni los Thyssen, porque deja una familia que la adoraba, compacta, que la quería muchísimo, que la echaremos de menos como no se puede imaginar. Ahora descansa, se lo ha ganado, vivió tanto que ahora tiene que descansar, se lo merece. Nadie puede irse del mundo con mayor satisfacción de haber hecho tanto bien por tanta gente. 
En el tanatorio hemos conocido una costumbre de la que no sabíamos, la de que te regalen un árbol, un castaño en este caso (aunque habría sido mejor un roble) para que cuando echas las cenizas (o entierres una urna biodegradable) plantes el árbol encima y así tengas un lugar especial que te recuerde a esa persona sin la tristeza de un cementerio. Y le han dado a cada hijo un árbol para que todos tengan un arbolito en memoria de mi abuelita, aunque no va a hacer falta. Empezando por nuestra propia vida, todos tenemos un gran legado de su trabajo. Mi abuela se merece todo un bosque y lo tiene en nuestros corazones.

Ahora descansa con sus padres, que es donde ella quería estar. Mis bisabuelos tienen un panteón donde estaban enterrados ellos y mi abuela y sus hermanos querían estar ahí y siempre discutían quien se merecía el honor, porque sólo cabía un féretro, como no llegaban a un acuerdo, decidieron que quien primero muriese iría allí… cuando murió su hermana pequeña, mi abuela dijo que se había muerto para estar con los padres y quitarle el sitio (ella era la mayor). Pero si está ahora a su lado y luego la acompañarán todos sus hermanos, lo que siempre habría querido.

La vida sigue, aunque me falte algo, pero he tenido la suerte de tenerla muchos años y tener recuerdos y la tranquilidad de la mejor salida del mundo imaginable. 

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