Esperanza en la raza humana

Ayer me contaba mi madre como una persona muy querida por la familia está pasando un mal momento, por el cual no pudo estar en la boda, tiene que cuidar de una persona enferma y se ha quedado sola en la tarea, me pareció algo tan duro y a la vez tan valiente, que la enaltece como ser humano, no es una persona del blog y no me gusta hablar de quien no está por aquí, pero creo que como homenaje a su coraje hago bien enviándole un fuerte a abrazo a Lourdes D. con todo mi ánimo y todo mi cariño.

Y esto me ha hecho pensar en todas las personas que están haciendo eso, cuidar de los demás, por compromiso social o familiar, en lo valientes que son. Ana B., de la ONG que ayuda a niños hospitalizados, Frank en «Solidarios.org» que hace la ronda por Madrid atendiendo a gente sin hogar, Conchi que cuida niños con cancer en el hospital de Córdoba o Victoria, la madre de Javi ha estado cuidando de sus padres durante más de 30 años, que se dice pronto, ha sacrificado su vida laboral por cuidar de sus padres, ha estado a su lado, les ha atendido y acompañado durante un tiempo que es casi toda la duración de mi vida, se ha dedicado por completo a ellos y su familia. Ahora, en estos momentos que han sido tan difíciles, no ha dejado de estar al lado de su madre y tiene que compaginar su retomada vida laboral, con cuidar de su madre varias noches por semana y además llevar su casa. Ahora entiendo de donde ha salido Javi, que no ha dudado en dejar su casa y su trabajo e irse a 400 km por cuidar de su abuela durante un mes, quedándose a dormir y cuidar de su abuela, que es algo muy duro psicológicamente y un gran esfuerzo físico.

¿Cuantas personas conoces que serían capaces de hacer eso? Que se den golpes en el pecho y se les llene la boca de «responsabilidades» conozco bastantes, pero que hagan las cosas día a día sin darse méritos ni colgarse medallas, por desgracia son escasas. Realmente esa capacidad de entrega no es nada habitual y lo peor es que en muchos casos ni siquiera está reconocida ni agradecida, como le ha pasado a esta amiga de la familia. Como yo puedo hacer bien poco en realidad para reconocer ese esfuerzo, más allá de acordarme de ellos y plasmarlo en el blog, estoy deseando que llegue el día que nos vayamos de crucero el mes que viene, para colmar a Javi y Victoria de los mimos y atenciones que ellos han dado a la abuela. Me alegro hoy de haber cogido suites en el crucero, porque se merecen las mejores atenciones. Porque si todo el mundo merece un descanso de vez en cuando, en este caso se lo han ganado con creces (y honores).

El día que nos casamos, Victoria nos dio un premio, un gesto divertido e imaginativo que hoy quiero corresponderle con el mio, mi propio premio y reconocimiento por todo lo que hace por los suyos. Sé que no es mucho, pero aquí queda, para Victoria por ser de esas personas que nos devuelven la esperanza en la raza humana.

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