Restaurante Globo, sabores del mundo

El viernes hicimos una cena de grupo y fuimos al Restaurante Globo, Sabores del Mundo. Teníamos ganas de ver a mucha gente y poco tiempo, para variar, así que nos reunimos. Además habíamos hecho los deberes y les habíamos traído a Anita y Sonia sus marcapáginas e imanes y estábamos deseando dárselos.
Del sitio tengo que darle las gracias a Sonia e Ignacio por decidirlo, me dijeron que el «Amaltea» no les había terminado de gustar, que tras leer sobre él, habían ido pero que la comida les pareció escasa y se quedaron con un poco de hambre, así que no tenían ganas de volver. Así que conocían un sitio que habían abierto nuevo, que estaba teniendo mucho éxito, que era muy chulo y lo podíamos probar, así que quedamos con Anita y María José también. Eva iba a venir, pero tenía a los niños y al final no pudo venirse, que hace tiempo que no veíamos.

El restaurante es muy moderno, con un diseño muy plano (rollo diseño nórdico), colores llamativos, sillas de diseño y lo

que me llamó la atención, nada más entrar es que tenían «Carta de agua«, con diferentes botellas y en un frigorífico vi varias de diseño de cristal que no tengo en la colección, así que me puse muy contento.

El planteamiento del restaurante está muy bien, tienen una carta amplia y todos los platos tienen el mismo precio 5’95€. Tienes ensaladas sofisticadas, carnes, pastas, platos modernos, cocina innovadora a buen precio y las raciones son adecuadas, no te vas a saturar de comer, es justo, lo que es más desmedido es el tamaño de los postres que sin son el doble de lo normal.

Al principio de la cena el servicio no nos gustó demasiado, el sitio estaba lleno y mucha gente esperando y nos dio la sensación de que nos querían meter prisa, algo que me parece lo peor que se puede hacer a un cliente. Nosotros estábamos esperando a Nacho (el artista antes conocido como Ignacio, que ahora se ha vuelto más moderno, como dice Sonia), que entiendo que para el restaurante no es bueno, por eso habíamos pedido bebidas y pedimos entrantes para comprartir, que le estábamos haciendo gasto al restaurante de todos modos, como para que no hiciera falta dar sensación de prisa. Eso es lo malo que tengo que decir del sitio. Luego la cosa cambió mucho, imagino que se saturaron un poco y por eso se comportaron así, luego el restaurante se vació y su comportamiento cambió mucho, de hecho terminamos de muy buen rollo con nuestro camarero y el dueño del restaurante terminó haciéndome un regalo muy chulo.

Lo mejor es la comida, que es de lo que se trata, a todos nos encantó lo que nos pedimos, la verdad es que hay platos para todos los gustos. En mi caso me paetecía algo de verdura (¡Quien me ha visto y quien me ve!) y me pedí una musaka griega que estaba riquísima, Javi se pidió una carne que estaba super fresca, Anita se pidió un solomillo con queso y salsa de arándanos, Sonia un flamenquín relleno de marisco, Maria José un risotto de setas y Nacho una carne con salsa y jamón. Pero por los platos que pasaban por allí camino de otras mesas tienen mucho que ofrecer.

La comida es muy buena y la relación calidad precio hace que el sitio sea muy recomendable. Además presentan muy bien los platos, da gusto. Luego cuando el ritmo de gente bajó el ambiente cambió mucho y el sitio estaba de maravilla, más tranquilo y relajado, de hecho estuvimos hasta que cerró allí de cháchara. La cena fue deliciosa, tanto por la comida como por la compañía.
El final de la noche fue que le pregunté a una camarera si era posible que me vendieran algunas botellas de la carta pero sin abrir, que me las quería llevar para coleccionar. La chica me dijo que si, así que elegí un par de ellas y me dijo que luego me las llevaban a la mesa. Pero al momento vino el dueño del restaurante, me comentó que una de las que había elegido, un agua de Nueva Zelanda era una botella de plástico, no de cristal, aunque fuese de diseño no era cristal, que para colección siempre queda mejor en cristal. Así que me acompañó a ver todas las que tenían de vidrio y me las enseñó todas, tenían botellas de agua hasta de 60€. Al final me compré 3 botellas, una de Canadá, una japonesa y otra de gales que tenían unas botellas muy bonitas. Y el dueño tuvo el detalle de traerme la botella de Nueva Zelanda que me había gustado y me la regaló. Me dijo que iban a traer más, que en Córdoba no se vende «agua de diseño», así que él va a Málaga a comprar las botellas para el restaurante. Así que la próxima vez que vaya tenemos que ir a ver si han traido nuevas.
Mi opinión sobre el tema del agua, es como la del vino, creo que puede ser algo snob en general, por que te gastas mucho dinero en algo que es…. agua. Pero por otro lado hay personas que tienen un paladar prodigioso, como Antonio y Rocio, y si que son capaces de disfrutar de un agua excepcional. En mi caso, tengo que decir que no tengo esa suerte, para mi el agua es agua y no sería apaz de disfrutar realmente y diferenciar un agua de otra, así que no soy cliente para beber (pero si para coleccionar) botellitas de agua de 60€ cada una.

Y la última foto de la cena para mi niño, el más guapo del mundo…
Y más restaurantes de Córdoba en http://www.restaurantescordoba.com.es/

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