Haciendo amigos

Quien dice que «La primera impresión es la que cuenta» a mi debe darme una segunda oportunidad, por que como ya te he contado ayer con la Reína Sofía o el periódico «La Razón» tiendo a decir siempre lo primero que me pasa por la cabeza, sin maldad, de un modo espontáneo, pero que es algo que se tiene que controlar, por que no todo el mundo te va a dar una segunda oportunidad o dejarte irte sin darte un guantazo con la mano abierta. Claro que esa espontaneidad puede hacer que pase lo contrario, que  una persona se fije en ti. Hoy te voy a contar mis primeras palabras con dos de mis mejores amigas: Sole y Mamen. Que ya las conoces del Blog y Patricia «Tita Patri», una compañera de clase que fuimos muy amigos, pero dejó la carrera y perdimos el contacto (Eh! No fue culpa mia). 
Empiezo por Sole, fue el primer día de clase en la carrera. Nos sentamos juntos en la asignatura de «Arte Antiguo», aunque nos conocíamos de vista, no habíamos hablado. El profesor estaba hablando de los exvotos, unas pequeñas esculturas que se entierran con los difuntos en las tumbas y que sirven como identificación para el más allá, el exvoto dice en la otra vida cuan importante fue esta persona en su vida. Las figuras a veces son grotescas, por que la forma de demostrar lo importante era por que las representaban con una nariz muy grande. 
A todo esto, me giro a Sole y la digo: «Tu en otra vida tuviste que ser por lo menos emperatriz» Y me giro y sigo atendiendo dejándola con la boca abierta. 

No lo dije con maldad, fue algo inocente, una gracia. Claro que no sabía que tenía complejo por su nariz y pese a eso míranos, amigos para toda la vida. 
La historia de Mamen es todavía anterior, estábamos en el instituto, pirmer día de clase y no sé como terminamos sentados juntos, si en ese momento había dos personas diametralmente opuestas en ese aula éramos nosotros dos. Ella la empollona y yo el gamberro que le sacaba dos años por que había repetido ya dos cursos. 
Ella tenía (y seguro que tiene todavía ) la costumbre de escribirse las cosas en la mano, así que mientras los profesores decían que libros o cosas necesitábamos ella se lo apuntaba todo en la mano. A mi que soy muy escrupuloso me tenía escandalizado. Así que cuando terminó la clase me giré a ella y la dije: «Oye ¿Tú eres un poco guarra, no?«. 
Y con su carácter se lo tomó a guasa, que yo se lo decía en serio, jejejejeje Y desde ese día inseparables, que fuimos los mosqueteros de la clase y gracias a ella me volví un buen estudiante y terminé sacando Matricula de Honor en tercero de BUP después de haber repetido primero y segundo. Seguro que por las malas compañías que tenía, como Sonia jijijijijij
Y ahora vamos a Patricia. Mismo caso y mismo día que con Sole, primer día de clase en «Arte Egipcio» (¿Qué habría desayunado yo aquel día?). Estaba sentado al lado de una chica «mayor», que nadie me mate. Mayor que los demás, había un rango de años entre los que llegaban bien con sus cursos sacados en un año y los que llegábamos con algún año de retraso. Luego estaban los seminaristas, un grupo de curillas del seminario que estudiaban arte y las marujas, señoras que se aburrían y se habían apuntado a Arte por que les sonaba ameno. Patricia no encajaba del todo en ningún grupo, no era tan mayor como una maruja pero podía tener 15 años más que yo. Del mismo modo, terminamos sentados juntos mientras el profesor nos hablaba de las pirámides de Egipto. 
Nos contaban lo tremendamente antiguas que eran, mucho más de lo que solemos pensar y que habían sido construidas por los primero faraones hace miles de años bla bla bla Cuando me giro hacia Patricia y la digo señalando a la pizarra: «¿Tu te acuerdas de cuando las construyeron, no?» Como en el caso del Sole se quedó tan alucinada de mi descaro que no reaccionó. Luego me buscaba para sentarnos juntos en clase por que se reía muchísimo conmigo. 
Y es que soy así… ¡Que le vamos a hacer!

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