Japonesadas: Vergüenza Pública

Una de las cosas más impresionantes de la cultura japonesa es el perfeccionismo, la búsqueda del resultado óptimo no es una opción  es el fin. Lo aplican a todos los campos de su vida. Me contó una vez un amigo americano, que su hermana es maestra que los educadores americanos tienen muy tipificados a los padres por su raza, que lo define todo. Los niños de raza negra no quieren que avisen a sus padres de sus malas notas porque les pegan, los blancos van, escuchan educadamente y a veces si, a veces no, hacen algo al respecto; los latinos montan una escena, prometen el oro y el moro y luego nunca hacen nada. Por último, los asiáticos  a los que no suele llamarse porque sacan buenas notas, son los padres los que llaman para ver porque su hijo con un 97 sobre 100 (nota óptima) ha fracaso y como puede mejorar para llegar al 100 sobre 100, el único resultado posible.

Los japoneses son ese vivo reflejo, siempre buscan alcanzar lo mejor, no se conforman con menos. Fruto de ello es una costumbre que a nuestros ojos es inimaginable y es que si un trabajador se equivoca en su trabajo, comente un fallo, se rapa la cabeza. Todos los japoneses tienen el mismo corte de pelo, son clónicos, así que resalta muchísimo cuando ves a alguien con el pelo rapado y ya nos lo explicaron. Te puedes imaginar nuestra cara… nos dejó sin palabras. Y la verdad es que vimos varios, no es que se vean muchos, pero por lo menos uno cada día si vimos. Hombres ejecutivos muy bien vestidos y con la cabeza rapada. Aquí pude hacerle una foto medio mala, de estrangis a uno en el metro para que lo vieses:

Mientras que a nosotros nos enseñan a que si cometemos un error intentemos escurrir el bulto o mejor si podemos endosárselo a otro, los japoneses hacen gala de su error para no volver a cometerlo. Asumen su error y lo llevan a la vista de todo el mundo.