
Cuando vinimos a vivir a la urba lo que realmente nos hizo conocidos entre los vecinos fue la decoración de nuestro balcón, nos decían que por las mañanas cuando querían saber que tiempo hacia se asomaban por la ventana y veían nuestros molinillos, si se movían es que hacía frío y se abrigaban. Thor ha sido luego nuestro mejor relaciones públicas para que ya nos conozca todo el mundo, pero al principio todos los vecinos nos comentaba cosas de los molinillos y lo que hizo que nos hiciésemos amigos de Juana y Pilar fue un molinillo que le regalamos.
Para evitar que se rompiesen durante el invierno, los quitamos hace dos años y al final el año pasado se nos pasó ponerlos, pero este año no lo perdonamos, sobre todo porque son recuerdos de viajes, allá donde vamos y vemos un molinillo nos lo traemos 😀 Les tenemos mucho cariño, son algo divertido y diferente, aunque somos un poco exagerados, lo sé. ¿Te gustan? Pues si los quieres ver en directo sólo tienes que asomarte a la ventana.. o pasarte por aquí!
Uno de mis favoritos, pese a no ser un molinillo es este dragón, es como una marioneta, que el viento hace que bata las alas y parezca que vuele, es de madera y lo compramos en una feria de artesanía en Eslovaquia. Hace un efecto muy chulo con el movimiento, por que al batir las alas el cuerpo se levanta y se ve perfectamente desde la calle. ¡¡Ya es primavera en nuestro balcón!!