Ayer casi nos morimos de risa y todo por un malentendido… por que mira que el español es un idioma rico en palabras como para que nos entendamos perfectamente, pero nada, siempre somos capaces de darle la vuelta a las cosas. Anoche nos llamó Juana para pedirnos orejones, iba a hacer el célebre Pollo a la Coca-Cola y los necesitaba. Literalmente ella me dijo: «No puedo subir así que échamelos por la terraza», yo cojí mi tupper de orejones y pensé «Se refire a que se los eche al patio«. Juana vive en el portal de al lado, en el bajo, no está ni cerca ni lejos, no es fácil apuntar, pero tampoco hay que ser Pau Gasol, así que seguí con mi razonamiento… si lo tiro desde tan lejos puede abrirse el tupper y terminar los orejones por todo el patio, así que mejor lo meto en una bolsa y los anudo.. y eso hice.. todo esto seguía hablando con ella por el teléfono.
Cuelgo y me salgo a la terraza con mi tupper de orejones en la bolsa de plástico, empiezo a calcular como encestar la bolsa en su patio, que no es fácil y calculando la fuerza que necesito para no quedarme corto o que me pase y caiga en el patio de Begoña. Yo mirando atento a ver si tiraba el tupper y en ese momento salía Juana o Dabuti y les arreaba…

Antonio o Dabuti!
Yo que ya veía el malentendido no podía parar de reir, intentando explicar que había mirado muy bien antes de lanzar, para no darle a nadie…. pero ya estábamos los tres flojos de risa, Javi y yo en el balcón y Juana abajo de pensar en la escena, sobre todo en los ojos de un vecino, que viese com una bolsa sale disparada de un balcón para caer en el patio del vecino. Si ya creen que estamos locos… es lo que les faltaba.
Juan al final se fue que no podía ni andar del ataque de risa, nosoros en casa lo mismo. Pensando en que Juana tenía razón, era más lógico que ella se asomase debajo de casa y se los pasase, mejor que mi burra idea de tirar el tupper hasta su patio que podía haberle dado a alguien en su casa o que pasase por la calle…. ¡Mira que soy burro! Pero mira que risa pasamos con el malentendido.
Pero no fui el único burro de la noche, nos fuimos luego a cenar con Vanessa, que estamos de celebración por un super trabajo que ha encontrado que está contentísima. Nos llamó a Miami para contárnoslo y ayer salimos de cena para tener más datos. Nos fuimos a Gino’s, por que nos gusta a todos y es muy tranquilo por que está en La Moraleja y a esa hora no hay nadie nunca.
Tras nosotros llegó una pareja y los sentaron en la mesa de detrás nuestra. Tenía pinta de ser una primera cita, por que él intentaba impersionarla con sus conocimientos y sofisticación. Lo primero es que tras mirar la carta llamó al camarero, se ve que no había estado en un restaurante italiano y no entendía la carta. Le explicó al camarero que a él lo que le gustaban eran los macarrones que hace su madre, con chorizo y champiñones con tomate, le explicaba al camarero.. el pobre chico estaba blanco, debió pensar que era una cámara oculta. Gino’s no es un restaurante al uso, allí todo es precocinado, la cocina debe ser una ristra de microondas y poco más. Pero el camarero no quiso quedar mal y llamó al cocinero que salió y el chico lo explicaba como hacía su madre los macarrones… yo intentaba aguantar la risa como podía, la escena era de cámara oculta total. Al final el cocinero, como estaba el sitio vacío le dijo que se los hacía y el chico todo contento. Le traen en la pasta y una camarera le trae un molinillo gigante de pimienta, el chico lo coje sin saber que es y la camarera discretamente le explica como funciona y
le deja con el molinillo… cuando veo que el chico empieza a moler y moler y moler y suelta «Debe ser el queso» mentras ponía el plato negro de pimienta… Yo me moría de risa, Javi y Vanessa de cháchara ni se estaban enterando, pero yo (que soy más cotilla) no quitaba ojo. Cuando el chico probó los macarrones y se dio cuenta del error intentó arreglarlo como pudo diciendo que a él la comida le gustaba fuerte. Al que le caían dos lagrimones era a mi, de risa, más que a él del picor.
El remate de la noche si lo escuchó Javi, cuando el chico intentaba alardear de conocimientos culinarios y empezó a hablarle de la «Sal Malder» (que se llama «Sal Maldón» por cierto), como el chico decía son: «Son cristales de Sal, que son de Sal que saben a Sal«… ni Arguiñano la habría descrito mejor.
Por lo que veo se ha puesto muy difícil eso de ligar….
La larga experiencia que me dan los años y los amplios conocimientos que atesoro tras ver «Sexo en Nueva York» enterita al menos 5 veces, me dan para saber que si un tío en la primera cita pide en el restaurante los macarrones de su mamá, debes salir corriendo sin mirar atrás como el Correcaminos cuando huye del Coyote …
Heterosexuales ….
Ja ja ja ja
Que mala, pobre chico! El chico leponia empeño, pero la verdad… es como para asustarse de alguien tan poco imaginativo… ¡¡Arriésgate hombre!! La proxima vez échale lo mismo de sal 🙂
(lo vuelvo a escribir, porque creo que no se ha mandado)
Hola, chicos: me alegro de que ya estéis de vuelta. Felicidades por vuestro aniversario. Una observación (sin mala intención): cuándo pones «calleron», es porque fueron directitos a la calle? je,je..
Tenemos que quedar para ir a cenar al Museo del Traje, queda pendiente desde antes de las vacas..
Un abrazo,
Pilar Hernández
Que risa con los orejones, ya teneis el «lanzapatio».
Cuando alguien quiera algo de comida en la urbanización decis «Lanzapatio» a la vista
Hola chicos:no había leído los comentarios sobre el lanzamiento orejonal. Ay, qué risa. No es para leerlo, es para verlo.Mira que si das a alguien y luego dando explicaciones en urgencias diciendo que le has dado con un tupper de orejones. Salimos en las noticias. Ya me he puesto al día con el blog y lo he leído todo.El detallazo de Rocío con la señora de la habitación me ha llegado al alma. Besitos.
y tu ¿qué opinas?