Antes de irnos de Madeira hemos querido llevarnos un buen sabor de boca. Como ya te he contado estos días, la gastronomía portuguesa, que yo consideraba excelente ha caido en puntos estos días con unos platos poco brillantes, pese a ser sitios con su categoría, pero ya sabes que yo bueno siempre lo mejor en cada caso y me apetece llevarme un recuerdo el viaje lo más suculento posible. Así que hemos apuntado directamente al top de la tabla. Hemos ido al mejor restaurante de Madeira, el único que tiene una estrella Michelín, el Restaurante Il Gallo d’Oro.

Está en un hotel cerca del nuestro, el hotel
The Cliff Bay, de la cadena de lujo
Porto Bay. Como ya habrás notado, Madeira ha sido un poco una decepción, es un sitio precioso, con unos paisajes de acantilados y montañas que son una pasada, pero a nivel de destino turístico, que a fin de cuentas es para lo que nos han traido, me parece muy flojo. Como le he dicho hoy a Pibona, es un sitio para un fin de semana diferente y sobre todo para una escala de un crucero, para un viaje relativamente largo como el nuestro la isla se queda pequeña.

Hemos hecho una primera aproximación porque el restaurante tiene normas de vestuario muy estrictas y antes de ir a cenar y que el sitio sea un truño, hemos querido echar un ojo a ver si merece la pena y la verdad es que por fuera es un hotel muy chulo, así que hemos reservado, eso si, he tenido que pedir prestada una corbata (¡gracias tocayo!), ya que para cenar es obligatorio llevar corbata o chaqueta puesta.

Este restaurante es dirigido por el chef Benoit Sinthon y es el sitio elegante de la ciudad, pero destinado a los turistas, claro.

Para nosotros una experiencia estar en un restaurante con estrellas Michelin fuera de España, sobre todo por que es una oportunidad muy buena de probar los platos de la gastronomia portugesa de «buena mesa» y ver como son de creativos en la isla. Ya hemos visto que escondiendo patata en todos sitios son maestros, a ver cuando se trata de productos de calidad. Así que nos ponemos guapos con mi corbata prestada y vamos para adentro.

La recepción del hotel es espectacular y la gente muy amable. El centro de flores me recuerda a Miami (¡En menos de una semana estamos allí!), yo creo que ya lo voy buscando…
Normalmente los restaurantes de categoría suelen ser pequeños e íntimos, pero la verdad es que este es muy amplio y las mesas están separadas, tiene pocas mesas para un restaurante normal, más de las normales para el rollo del restaurante, que no suelen pasar de 10 y este tendría unas 15.

Un detalle muy bonito es que las servilletas están dobladas con la forma de la flor típica de Madeira, la Flor Ave del Paraiso. Me encantó.

Javi muy guapo con su chaqueta, pero el pobre casi se me deshidrata durante la cena. Porque no tenía corbata y se quitó la chaqueta, cuando vino el camarero a decirnos que era obligatorio estar o con corbata o con chaqueta, así que tenía que volver a ponérsela. Como chorrada no tiene precio, pero ya lo sabíamos antes de entrar, así que aceptamos las normas al entrar y el pobre se la tuvo que poner durante toda la comida y no fue el único al que vimos que llamaban la atención. Increible…

Yo me mantuve con mi corbata «elegante» toda la cena. No soy muy amigo de la corbata, la verdad, es incómoda y para una reunión formal vale, pero para una cena romántica… pero bueno, si para poder comer aquí hay que llevarla, se trata de apreciar la experiencia al completo para poder juzgar.

La carta muy pequeña, pero con una diferencia. Normalmente estos restaurantes no tienen carta o tienen una pequeña para salir del paso porque en un sitio así lo mejor es hacer el menú degustación para ver la verdadera destreza del cocinero. Pero este era diferente tenía un menú de dos platos más postre por 46€, que está muy bien, hay que reconocerle a la isla que es barata hasta para lo caro.

De lo mejor del sitio, el servicio, sin duda. Muy atento y eficiente, el camarero como nos vio perdidos con la carta de vinos (95% vinos portugueses) vino y nos orientó y nos maridó cada plato con una copa de vino, en vez de pedir botella y así probamos un tinto y un blanco. El blanco excelente, el vino más suave que he probado nunca. El tinto bastante normalito. Pero bueno, que los vinos portugueses me son totalmente desconocidos, una vez la sensación de vivir de espaldas a nuestro vecino para todo. Claro que ellos tambien, que no hubiese ni un sólo vino español en la carta tampoco me gustó, porque había de otros países, se ve que lo de estar de espaldas es mutuo.

Nada más sentarnos nos trajeron una cesta de diferentes panes recien hechos, de sabores, texturas, etc y para acompañarnos, la clásica mantequilla y la novedad era paté de aceitunas negras, que queda genial. Nos gustó mucho a los dos.

El restaurante estaba lleno, aunque se vació y salimos los últimos, porque cerraba a las 10 y media y eso para nuestras costumbres es demasiado pronto, fuimos de los ultimos en llegar, pero es que comer antes de las ocho en España lo llamamos «merendar«.

Y el aperitivo de la noche me dejó encantado. Normalmente estas cosas son un detallito para que pruebes algo, rico y original, pero pequeñito. Pero la filosofía de este restaurante es menos platos pero más llenos. Así que el aperitivo iba en esa linea (¡Bien por ellos!) era una porción de cola de bogavante fresca con pétalos de flores, láminas de fruta, caviar y láminas de plata, lo que parece un trozo de papel de aluminio eran láminas de plata para comértelas. La plata no es que tenga sabor precisamente, pero el plato estaba riquísimo.

Y mi delicioso plato un arroz con vieiras, que ya sabes que me pierden. Era un risotto cremoso con queso y flores (se ve que al cocinero le gustan las flores).

Y esto qeu parece un cuadro es el plato de Javi, un foie (a la izquierda, por si dudas), al centro láminas de manzana asada y a la derecha de la imagen un pan. También con sus flores y su plata. Muy bueno, la verdad, pero lo espectacular es la presentación del plato.

Y entre plato y plato, para cambiar de sabores, un sorbete de pera.

Mi niño guapo.

Y el plato principal que los dos nos pedimos el mismo, carne, una porción de la famosa Carne de Kobe japonesa y dos porciones de Black Angus, considerada la mejor carne del mundo. Dos exquisiteces que no se tienen muchas oportunidades de probar.

Para que lo pases mal, te lo pongo más cerca 🙂

Y por la cara B…. ¿Se nota que estoy de buen humor?

Y nuestra costumbre de cenar un poco de queso se mantiene, así que aquí nos pedimos el plato de quesos de postre para probar quesos portuguese, aunque la mitad eran franceses, pero estaban muy buenos.

La verdad es que la cena muy bien, muy bien de precio para la calidad del sitio. El servicio fabuloso y salvo el incidente de la chaqueta, estuvimos muy còmodos y tranquilos. Lo hemos pasado muy bien, nos vamos a ir de Madeira llevándonos un sabor de boca final muy bueno.

Y una curiosidad final, es que al salir podías comprar los platos del restaurante, la cristalería, servilletas y hasta algunos productos gourmet del menú como sales de algas, vinagres, etc. Y la Guia Michelín, claro. Algo muy original.

Esta semana hemos sido invitados de Madeira, que aunque ya sabes qeu no me ha gustado demasiado, creo que por respeto a mis anfitriones y como agradecimiento se merece que termine la crónica del Blog con una entrada como esta, enseñando lo positivo y original de la isla. Si tienes oportunidad de venir no lo dudes, pero si vas a organizarlo… hay sitios mejores.
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