Mi idea del fin de semana era relax total, llevarlo todo organizado y preparado, para estando allí no preocuparnos de nada. Así que con la ayuda de Marisol, buscamos el mejor restaurante de la zona, con una Estrella Michelín. Lo ponían muy bien las críticas e hicimos la reserva, así que sólo me preocupé de meter la dirección en el navegador, no sabía demasiado del sitio y no sabía lo que me iba a encontrar….
El Restaurante Torre del Remei, en el Hotel Torre del Remei (Torre del Remedio en catalán). Cuando aparcamos el coche los dos hicimos UUUUuaaaaaauuuu al ver este precioso palacio.
Esta es otra de las instalaciones del hotel, imagino que más habitaciones o el SPA. El sitio es totalmente paradisiaco, además alejado de la carretera y de otras casas, así que debe ser super tranquilo. Es un hotel de 5 estrellas gran lujo y tiene pinta de ser increible.
El restaurante es precioso, amplio, con pocas mesas, como ya sabes que es lo normal en los restaurantes de esta categoría y mesas muy grandes, con mucho espacio entre ellas para preservar la intimidad.
Muchos detalles preciosos, como este florero. Y lo mejor el comer con vistas a los Pirineos.
Estábamos solos al llegar, luego llegaron dos mesas más, es un sitio muy muy tranquilo.
Unos aperitivos curiosos fueron estas aceitunas gigantes con sabor a alcachofas y luego patatas azules, que no son teñidas, sino una especie de patata exótica que tiene de verdad ese color. De sabor luego es el mismo.
La vajilla era preciosa y la cristalería de Riedel, como tiene que ser. Toda la cubertería de plata.
El servicio es excelente, el trato muy bueno. Al llegar nos ofrecieron la carta y nos comentaron los platos que tenían fuera de ella, todos nos gustaban, por que eran todas las materias primas de la zona… no sabíamos qué elegir, así que le pedimos (sin mirar la carta siquiera) si nos podían hacer un menú degustación con todos esos platos que había dicho. Así que llamo al chef: Josep Maria Boix. Un hombre encantador, le comentamos el problema de alergía de Javi y nos preparó un menú con todos esos platos fuera de carta y sin problemas para Javi.
El aperitivo fue una crema de calabaza. Con un sabor muy suave, que no se reconocía a la calabaza, que suele ser más dulce.
Y el plato anecdótico, nos contó la maitre que eran unas plantas que se llaman Chicoyas que crecen en los Pirineros por encima de los 1500 metros, debajo de la nieve, que se recolectan, por supuesto a mano, cuando empieza el deshielo. El sabor es muy suave, no es nada amargo y tiene como gran propiedad que es un depurativo muy potente de la sangre. Lo sirvieron con una vinagreta de ajo y jamón ibérico y nos encantó.
El vino, seguimos fieles a los vinos de Alsacia. Blancos y muy afrutados, que van con todo.
Otra cosa que no conocíamos, las Múrgulas, unas setas silvestres típicas de allí que nos preparó salteadas con jamón.
Y el plato delicioso, un risotto con trufa negra, salió de nuevo Josep Maria Boix a decirnos si nos importaba que la ración fuese más grande, que ya sabes que suelen ser medias raciones, pero esta vez era un plato con mucha cantidad de risotto, nos dijo que ese era el último día de la temporada de la trufa, así que nos iba a dedicar la última que tenía para nosotros, así que iba a hacer un arroz con mucha trufa. ¡Y nosotros encantados!
El plato que mas me habría gustado repetir fue este rabioli de Foie, dentro llevaba un bloque de foie directamente y por encima una salsa tambien de Foie, que era una delicia. Ya sabes que me encanta, así que yo tan feliz.
Y la carne del menú fue una dleicia, una pata de cabritillo hecha durante 7 horas a fuego lento, con los acompalamientos (cebolla, pimiento, patatas, etc) hechas en la misma salsa durante el mismo tiempo, para que se quede todo suave y que se deshace en la boda. Un manjar.
Y luego la tabla de quesos, que le estoy cogiendo el hábito y lo vamos a mantener en casa.
Sorbete de Frambuesa.
Y el POSTRE, con mayúsculas, un Soufflé de Gran Marnier que era una delicia.
Son sorbete de mandarina y grosellas.
Y terminamos la comida con un brindis de Don Perignon.
Y ¿Sabes lo que estoy pensando mirando la copa? ¡Que no me gusta el Don Perignon! Sé que suena para matarme que me pongan una copa de uno de los mejores champanes del mundo y que no me guste. El sabor era demasiado intenso y demasiado seco para mi gusto, me gustan las cosas más suaves y más afrutadas, me gusta el cava rosado o el vino, pero el champán y yo… no terminamos de cuajar. Así que tras mi confesión se puede decir: «No esta hecha la miel para la boca del asno» por que será una maravilla, pero a mi no me gusta.
Unos dulces para acompañar a la infusión que nos tomamos. Y el azucar en cristal que no se ve demasiado y para mi tiene mucha presencia.
El sitio nos gustó tanto, tanto tanto… el poder comer productos tan sumamente frescos, tan diferentes. El poder comer los alimentos de la región que estamos visitando. Luego el servicio excelente y sobre todo el trato con Josep Maria Boix. Que el mejor piropo que pudimos hacer es retrasar nuestro viaje de vuelta para volver a comer al día siguiente en el mismo sitio. Como no miramos la carta sabíamos que nos quedaban manjares por probar y no queríamos volvernos sin hacerlo. Uno de los mejores restaurantes que he probado.
——————————– Segunda Visita —————————————
Tras mi confesión de ayer sobre el Don Perignon, esta vez directamente en vez de champán nos pedimos un cava rosado, fresquito, suave y delicioso.
Esta vez tampoco tocaba vino, por que nos esperaban 6 horas de coche para volver a Madrid.
El aperitivo una ensalada de brotes con garbanzos.
Y uno de los platos que me quedé con ganas de probar el día de antes, la ensalada de judias verdes con virutas de foie.
Un plato ligero, sabroso y que ademas con esa presencia que da pena comérselo.
Me pasó otra vez como en el restaurante de Carme Ruscalleda anteayer, que uno de los platos eran guisantes y aunque no me gusten si que lo pedí, por que se trata de probar lo que tienen en cada sitio y estos guisantes sé que no los voy a encontrar en Madrid, así que tenía que probarlos. No serán algo que me vuelva loco, pero si que estaban muy buenos.
Y Josep Maria Boix nos dijo que era un plato no muy exótico, que si nos parecía bien que fuese una crema de patata, que no suena muy llamativo. Pero la frase me vino enseguida a la cabeza, no se trata de lo exótico de la materia prima, sino de como se trate, te puedes comer un puñado de trufas, carísimas, a bocados y es la cosa más asquerosa del mundo. La crema era una delicia y acompañada de boletus, mejor aún. Se come riquísimo comiendo los productos normales, no hay que irse siempre a por lo más raro o más caro.
Y la carne era un tronco de solomillo.
Les recomendamos encarecidamente a David y Oscar que tenían que probar el restaurante antes de volverse a casa, así que nos acompañaron en la comida y además se dejaron aconsejar por los platos que habíamos probado ya ayer nosotros.
Les gustó muchísimo el sitio. Este restaurante es una apuesta segura.
De pre-postre una crema de queso.
Y termino con un momento histórico en mi vida que te va a sorprender. ¡La primera vez en mi vida que como tarta de manzana! Sé que suena rarísimo, pero la tarta de manzana siempre se hace con canela, así que nunca la había podido comer. Pero esta vez estaba hecha sin canela… una delicia!!!
Guía de Restaurantes de Girona http://www.restaurantesgirona.es/