Lección de ética

Javi tiene el poder mutante de encontrar iPhones por la calle. Creo que van ya 6 los que se ha encontrado y siempre ha devuelto. La ética nos dice que siempre que encontremos algo que no nos pertenece busquemos a su legítimo dueño. Como nos gustaría que nos buscasen a nosotros si nosotros perdemos algo. Incluso cuando Javi tiene un iPhone viejo siempre ha devuelto todos los que ha encontrado. Es una de las bases de la ética. Por no hablar de civismo y buen comportamiento.

Lección de ética

Y anoche no fue la excepción. Estábamos en South Beach cuando se encontró un nuevo iPhone 6 negro, chulísimo. Lo miró y tenía una carcasa muy original. En realidad era un porta tarjetas y dentro encontró el carnet del conducir, tarjetas de crédito, hasta la MetroCard del metro de Nueva York. Por que el móvil era de una chica de Nueva York que se llamaba Dana.

Es muy tentador encontrar algo así y quedártelo. Puesto que vale 700€ y es normal querer quedártelo. Pero a mi me encanta que Javi tenga siempre sus principios por delante y enseguida dijera de buscar a la chica para devolvérselo. Es uno de los miles de motivos para amarle.
Como tenía el carnet de conducir dentro vimos la foto. Y era una cara reconocible con facilidad. Una chica muy guapa con una nariz muy grande llamada Dana. Empezamos a dar un paseo buscando a la chica. Nos sentíamos un poco raros mirando a la gente tan descaradamente. Con lo discreto que es aquí todo el mundo, pero bueno era una por una buena causa.

El karma

No nos costó demasiado dar con la chica. Iba vestida super llamativa con un traje a lo super diva de negro con un tocado imposible en el pelo con plumas y no sé que mas. Lo que viene siendo salir por Miami Beach cuando te crees lo más de lo más.
Javi se acercó a ella y le pregunto «¿Eres Dana?» y la chica le puso «cara de oler mierda«. Y le hizo así un gesto con la mano como que no la molestase. Pero Javi, que es demasiado bueno a veces, insistió. Le enseñó el teléfono y le preguntó «¿Es esto tuyo?». Ahí le cambio la cara y se lo quitó de las manos de un tirón. Por lo menos tuvo la decencia de pedir perdón por el gesto y darle las gracias mil veces diciendo que apreciaba mucho el gesto.
Nos fuimos con la sensación del deber cumplido. De haber hecho lo que nuestras conciencias nos dicen que es lo correcto y que había que hacer. Pero también pensando que hay personas que no se merecen los gestos. Nosotros hemos dormido con la conciencia muy tranquila un día más. Pero espero que ella haya aprendido la lección. Que un desconocido que se te acerca puede estar haciéndote un gran favor y no se merece que lo trates con desprecio, seas quien seas (o te creas que eres).

¿Te ha gustado la entrada? ¡Vota!

4 Opiniones

  1. Anónimo

y tu ¿qué opinas?