Sorpresa Rusa

Hoy toca agachar las orejas y admitir prejuicios y errores. Cuando contraté el crucero la idea de ir a Rusia no me gustaba, era la escala del crucero que menos ganas tenía de hacer, yo soy un turista que va a lo seguro, no me gustan las aventuras ni ir a sitios peligrosos y que Rusia es un destino peligroso es algo que todo el mundo me había dicho. Para colmo desde que llegamos al barco nos estuvieron dando la lata con el tema, ya que era el único puerto en el que se nos exigía visado (de hecho si no contrabas la excursión no se podía bajar del barco) y eso sólo contribuía más mis miedos. Conforme nos acercábamos a Rusia tenía más miedo de lo que me iba a encontrar.

San Petesburgo fue una ciudad arrasada por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, más de un millón de personas murió durante su asedio y la ciudad fue bombardeada hasta los cimientos. Luego el régimen comunista soviético que no me inspiraba ninguna confianza para devolver el esplendor a la ciudad y con su arquitectura característica horriblemente grandiosa en tamaño pero igualmente terrible en estética. Para colmo Rusia es un país pobre, es el país más azotado de todo Europa por la crisis, cuando empezaban a despegar la crisis les ha dejado peor de lo que estaban. Y suma a todo esto los comentarios sobre robos o peligrosidad que todo el mundo te dice cuando vas a ir a un sitio así.

Nada más llegar al barco nos sacaron copias de los pasaportes, nos dijeron que nos exigían llevar pasaporte original a tierra (Ay!), una fotocopia, sacarnos un visado y siempre con la excursión del barco… todo esto hacía que me pusiera más nervioso. Si antes de llegar me dicen que no podemos bajar creo que me habría sentido bien… soy un cobarde, lo sé. Y luego Rusia hace mucho que no da buenas noticias, todo lo que se oye son sus guerras, sus asesinatos, la falta de libertades, la carencia de libertad de expresión, etc, en teoría es una democracia, pero una democracia que inspira muy poca seguridad.

Así que a todo esto súmale el momento de despertar en Rusia, el crucero sale de la bonita Estonia por la tarde, yo me acuesto tras la cena por la noche y amanezco asomado al balcón en medio de un montón de barcos viejos en una zona industrial con una fragata de guerra hecha polvo a un lado y un submarino militar…. lo que se dicen ánimos para la visita me quedaban pocos. Nuestra primera visita era fuera de San Petesburgo, para conocer el Palacio de Catalina la Grande.

Para pasar la aduana anclaron un barco entre el puerto y el crucero de modo que había que pasar por el barco aduana para pasar a tierra. Yo llegué al barco con la boca seca de los nervios, no sabía muy bien que esperarme, unos militares con cara de pocos amigos que no me dejarían entrar con cualquier escusa administrativa…. sé que es un poco melodramático, pero de verdad estaba nervioso por cruzar esa frontera.

Hasta que la crucé, no es que la agente de aduanas fuera la alegría de la huerta, que ni sonriyó, pero por lo menos no me asustó más, cogió mis papeles, me pidió la copia del pasaporte que ya le había dado Javi, puso el sello en el pasaporte y me dejó pasar. Fue rapido y sencillo, un trámite burocráto inutil total (¿Para qué narices quieren una fotocopia de mi pasaporte?) pero que hizo que me tranquilizase mucho.

¡Y ya estaba en territorio ruso! No me lo podía creer, nada más salir del barco aduana un hombre tocando el violín pidiendo dinero, tocaba de maravilla. Un puesto de muñecas Matriuscas y una ribera del río de lo más bonita con sus terrazas y la gente tranquilamente tomando café…. no sabía que me iba a encontrar y lo que me encontré no era demasiado diferente a todo lo que habíamos visto el resto del viaje. Me quedé sorprendido, como llegar a Japón y descubrir que ellos comen paella valenciana todos los días… algo que no me esperaba. Es una ciudad como muchas otras ciudades que conozco, no es nada raro, no había nada que me diese miedo ni que sintiera ni remotamente como una amenaza.

Aturdido y expectante subimos al autocar para hacer nuestra visita rápida a la ciudad camino del Palacio de Catalina, todos mis miedos se habían disipado por completo, al contrario, todo eso era ahora una gran curiosidad, muchísimas ganas de ver esa ciudad que había vivido tantos años bajo la dictadura comunista, bajo el zarismo.. ver como es una ciudad del Siglo XXI con esa historia.

San Petesburgo es precioso, impresionante, la ciudad más monumental del mundo, sin duda. No puede haber otra ciudad en el mundo con mayor concentración de palacios y monumentos grandiosos, para mi grata sorpresa los comunistas habías reconstruido todos los palacios, catedrales y monumentos de los zares y los habían convertido en museos, con una gran conservación y con todo su esplendor. Cualquier ciudad del mundo haría lo que fuera por tener cualquiera de sus cientos de palacios, que son tantos que ya ni te fijas y uno de ellos solo en cualquier otra ciudad serían un gran foco turístico. Íbamos en el autocar sin saber ni donde mirar, vas intentando retenerlo todo, pero los «OOooooohhh» era lo que más es escuchaba.

Arriba tienes el banco Citibank en cirílico, el alfabeto del idioma ruso y debajo McDonalds. San Petesburgo es una ciudad moderna y turística, llena de cadenas internacionales, restaurantes y tiendas de todas las marcas conocidas, tambien las españolas Zara, Mango, Bershka, etc. No es un sitio que nos sea ajeno o diferente, todo lo reconoces. No echas nada en falta ni ves nada que sea raro, es una ciudad más.

Rusia no es un país del primer mundo, te hablo de ciudad moderna por que tienes todas las tiendas del mundo, restaurantes y servicios, pero tambien ves rápido que hay coches y autobuses muy viejos (los nuestros eran chinos), los edificios y calles están plagados de cables sucios, se ve pobreza por la calle en que hay algunos mendigos (tampoco demasiados) y muchos vendedores tras los turistas (de estos si hay muchos). Tambien se ven cochazos y rusos muy bien vestidos. Rusia no tiene ya clase media, la crisis ha terminado con la poca que empezaba a emerger, es un país de pobres o ricos.

El guía contó que la corrupción es la forma de gobierno del país, los empresarios tienen que pagar sobornos a todos los estamentos, tiene que pagar a los bomberos para que le den el sello de seguridad, a los policias para lo mismo, al inspector de Sanidad, Hacienda, etc, todo funciona por sobornos no por lo legal. Y luego tienes que pagar la seguridad, tienes que estar pagando a alguna de las bandas mafiosas de la ciudad la «protección» para que no te destrocen el negocio. No es un país que funcione bien, es una democracia muy joven que sale de un gobierno tremendamente burocrático y plagado de corrupción que, por suerte, ya calló, pero que ha dejado mucho de lo malo que tenía en la nueva Rusia. La crisis a llevado al país muchos pasos atrás pero tambien creo que los darán hacia adelante con el tiempo y se terminará con todo eso, tampoco la transición en España de la dictadura a la democracia fue rápida y fácil.

Y llegó el momento de irnos solos por nuestra cuenta, no fue en este primer día, sino en el seguro, hoy te he querido contar cosas sobre Rusia y ya mañana y pasado te enseño las cosas que hemos visto en estos do días en el país. El segundo día nos han dicho que teníamos dos horas libres en el centro de la ciudad para comer o irnos de compras por nuestra cuenta, lo que en un momento me asustaba tanto ahora me apetecía cantidad, tenía ganas de pasear y ver algo por nosotros mismos. Así que nos fuimos a un restaurante a comer comida rusa. Los rusos beben cerveza en cantidades industriales, lo vasos en los bares son como estos que ves, luego el vodka es con la comida, se pone con el aperitivo, un chupito que se bebe de un trago y luego se come algo salado, el vodka realmente apenas tiene sabor (y menos para alguien sin paladar como yo, que no bebo apenas alcohol) asi que es el salado lo que lo potencia. Y después de esto se come.

Nosotros empezamos con tres platos de entrantes rusos: una ensalada de vegetales, donde todo iba muy picadito, con muchísimo eneldo picado y sin aceite, sino una vinagreta muy suave, la ensalada no tiene apenas sabor al aliño, sólo a los ingredientes. Tambien pedimos un plato de setas, ellos las toman como si fuesen encurtidos, las setas están crudas hechas en un líquido para que maceren ligeramente, estaban riquísimas, aunque daban algo de grima por comerse crudas. Y luego unas crepes con salmón, son los famosos Blinis, un poco mas pequeños que nuestras tortitas con salmón ahumado y un poco de salsa, que estaban riquísimos.

De plato principal yo me pedí una pasta con salmón ahumado y mi madre el conocido Strogonoff como en la cena del ballet, carne con salsa de nata que está riquísimo. Javi desertó de Rusia y se pidió una pizza 🙂

Y mi padre otro plato ruso: Pollo a la Kiev, un muslo de pollo que se rellena y luego se empana, estaba riquísimo, realmente bueno. Los rusos le echan eneldo a todo, que hace que las cosas tengan un sabor diferente a nuestros platos, que usamos otras especias, aunque no son sabores muy fuerte, son casi siempre cosas suaves.


Rusia ha sido una gran sorpresa, lo que más me ha gustado de todo el crucero, me alegro muchísimo de haber pasado dos días aquí. Ha sido una gran sorpresa, una ciudad preciosa y que nos ha dado ganas de conocer Moscú en otro momento.

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